26.2.07

Cristina: Reina, Travesti y Mecenas

La Reina Cristina de Suecia.
(Estocolmo, 8 de diciembre de 1626 – Roma, 19 de abril de 1689)

El nacimiento de Cristina fue bien recibido por su padre, no así por su madre quien deseaba darle al rey Gustavo II Adolfo un heredero varón que siguiera sus pasos.

En su juventud los llamados quehaceres femeninos no le atraían, tampoco los lujos, joyas o ropajes. Prefería vestir ropas simples y cómodas. Era muy diestra en la equitación, la caza y la esgrima. Solía dormir poco y dedicaba muchas horas del día a la lectura.

A los 18 años cumplió su mayoría de edad y asumió como soberana.

Gustaba de rodearse con los intelectuales más famosos de su época, entre los que se encontraba René Descartes, que vivió dos años en su corte. Gobernaba apoyándose en los consejos de personajes como Bourdelot, el conde La Gardie, el conde de Pimentel, Tott, etc. La llamaban "la Minerva del norte", por su defensa apasionada de las artes y la cultura.

Se negó a casarse con el príncipe Carlos Gustavo, héroe nacional. Entre los rumores que circularon estaba su presunto enamoramiento con el embajador español en Suecia, el conde de Pimentel, y también la relación íntima con su ayuda de cámara, la condesa Ebbe "Belle" Sparre. Empezó a rumorearse que era lesbiana, y ciertamente entre la condesa y la reina Cristina se produjo un constante intercambio de cartas de amor.

En 1654 renunció a su trono en favor de su primo Carlos Gustavo, que se convertiría así en el Rey Carlos X Gustavo. Entre las razones que se esgrimen para su abdicación las más importantes fueron su negativa a casarse, impidiendo así la línea sucesoria.

Después de abdicar, Cristina se fue a Roma, donde continuamente se presentaba travestida como un hombre, vivia en un palacio lleno de arte y libros que se convirtió en un salón de cultura. Se convirtió al catolicismo y se convirtió en una de las favoritas del Vaticano en «la lucha contra la mente y el corazón» del s.XVII en Europa. Cristina se unió a una rama liberal del Catolicismo y continuó dentro de las intrigas típicas de la corte y la religión.

Cristina obtuvo del papa Clemente IX, el levantamiento de la prohibición a la presencia de mujeres en los espectáculos artísticos, lo que vino a beneficiar el arte teatral, tan querido a la reina sueca. La soberana adquirió un convento, transformándolo en teatro y financiándolo mediante suscripciones. En este ambiente comenzaría a desarrollarse por iniciativa de la reina, la llamada ópera seria, incluyendo la participación de castratis, a los que la Reina Cristina era muy aficionada.


En 1933, un conocido icono lesbiano la gran Gretta Garbo, la encarna en una película "La Reina Cristina", en donde causó conmoción el apasionado beso de la Garbo a la actriz que interpretaba a la Condesa Ebbe "Belle" Sparre.


Gretta Garbo como Cristina de Suecia (1933)

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